Pocas veces me ha sorprendido la presentación de un nuevo producto, normalmente encuentro vinos o destilados en los que no encuentro nada fuera de lo normal, buenos, pero no sobresalientes.
Este pasado miércoles 15 de Octubre, tuve el honor de ser invitado a la 2da presentación a nivel mundial, 1ª en América de un producto que me ha sorprendido en todos aspectos. El propio Mauricio Gonzalez Gordon, presidente de la bodega jerezana Gonzalez Byass, ha presidido el lanzamiento del “Whisky Nomad Outland”, un whisky que desde el nombre hace referencia al porque es un producto que rompe las reglas y supera la imaginación.
Gonzalez Byass es una empresa familiar fundada en 1835, con una estructura y nombre internacional muy bien posicionado por sus vinos criados en el marco de Jerez, como el Tio Pepe, o los imponentes vinos VORS (Vinos de Jerez de más de 30 años de crianza).
Antonio Flores, “El Poeta Enólogo” de Gonzalez Byass junto con el galardonado gurú del whisky Richard Paterson son los diseñadores de Nomad Outland, cada uno especializado en su área definieron que este whisky debería tener lo mejor de ambos mundos: Escocia y Jerez, siendo un producto que en su elaboración viaja como Nómada entre dos países (Outland)
Lo que hace a Nomad merecerse mi reconocimiento, es su proceso de elaboración, un proceso que rompe esquemas y acierta en el diseño de sus distintas fases de creación. Primeramente, nace como todo buen whisky, en las tierras escocesas, en donde Richard Paterson hace su magia: Combina más de 30 whiskies de diferentes maltas con una vejez promedio de 8 años, luego los envejece en botas que han contenido anteriormente Oloroso durante 3 años. Este proceso puede ser normal, pero es aquí en donde se rompen los esquemas, después de esta crianza, se traslada a la ciudad de Jerez de la Frontera, en donde Antonio Flores toma el mando y lo envía a una crianza de 12 meses en botas de Pedro Ximénez, y es aquí, en las bodegas de Gonzalez Byass, en donde el whisky obtiene el diferencial, pues su crianza esta compuesta por todos los elementos que crían a los vinos de Jerez, la humedad, el micro clima especial de la bodega y las levaduras naturales que dan vida y carácter a los vinos de crianza biológica.
El resultado, un whisky con carácter elegante y refinado, perfumado sutilmente de las típicas notas de los vinos de Jerez como: La nuez, avellana, chocolate, café, dátiles y las especias propias de la madera. En boca es sedoso, amplio y confirma sus aromas de manera mucho más elegante pero con mayor potencia. Lo he bebido tal cual lo voy a recomendar: Solo y sin hielo, solo enfriado por algunos minutos en la misma botella, en copa cerrada o tipo copa old fashioned, incluso en ambas para encontrar gratas diferencias.
Por Raúl Vega
Director de Terravid